Escribe: Mario Castro Ganoza
[DESDE TOKIO]

Medallas olímpicas fabricadas en base a metales preciosos extraídos de teléfonos celulares malogrados; camas para los atletas de la Villa Olímpica cuya estructura ha sido fabricada en base a madera y cartón reutilizado; podios de premiación construidos con plástico reciclado de botellas de refrescos; una antorcha olímpica que se paseó por las 47 prefecturas del país, y que fue fundida con el aluminio sobrante relacionado al desastre nuclear ocurrido en la prefectura de Fukushima en el 2011; el consumo eléctrico de las principales instalaciones olímpicas extraído de fuentes de energía renovable; y una flota de vehículos que funcionará con motores de pila de hidrógeno con la finalidad de reducir las emisiones de CO2, y que se encargará de transportar a los atletas y personal de los juegos durante toda la competencia.

Sí, definitivamente los de Tokyo 2020 serán los juegos olímpicos más ecológicos de la historia al haber implementado una filosofía basada en las 3R: reducir, reusar y reciclar, un concepto acorde con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que fueron implementados en el 2015 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Tokyo 2020 quién lo duda a estas alturas, marcará un antes y un después en el rubro de sostenibilidad en la organización de los juegos olímpicos, sean estos de invierno o verano, ya que a pesar de la pandemia está demostrando que no solo es posible vivir sino también competir de manera sustentable y cuidando el medioambiente.

Medallas, podios y antorcha

Si bien Japón es un país ampliamente conocido por su altos niveles en el reciclaje de desperdicios, una práctica que ejecuta desde hace más de 30 años de manera bastante efectiva, la aplicación de este concepto a la organización de los juegos comenzó a ejecutarse desde abril del 2017 con el lanzamiento del “Proyecto Medalla Tokyo 2020”, un esquema que buscaba recolectar metales preciosos (oro, plata, cobre) de basura electrónica, principalmente de teléfonos celulares cuyos componentes, utilizan estos metales en cantidades mínimas.

Gracias a la participación de 1,621 municipios de todo el país, los organizadores lograron recolectar 78,985 toneladas de basura electrónica, incluidos 6.21 millones de celulares usados de todo lo cual se extrajeron 32 kilos de oro, 3,500 kilos de plata y 2,200 de bronce.

Los metales sirvieron para fabricar 5 mil medallas con las siguientes características: la de oro está hecha en plata con un baño de seis gramos del metal precioso y con un peso total de 556 gramos; la de plata es un círculo macizo de este metal que pesa 550 gramos; y la de bronce pesa 450 gramos y en su fabricación se utilizó un 95% de cobre y un 5% de zinc. Todas las medallas tienen un diámetro de 85mm y un espesor que va de los 7.7 mm en la parte más fina hasta los 12.1 mm en la más gruesa.

La antorcha representa los cinco pétalos de la flor símbolo del país anfitrión.

El diseño de las preseas se le encargó al artista japonés Junichi Kawanishi, y las mismas llevan por un lado el nombre de Tokyo 2020 escrito en braile y en el alfabeto romano, y en el anverso los cinco aros olímpicos y a Nike, la diosa griega de la victoria ubicada de espaldas frente al estadio Panathinaikos, junto al nombre oficial de la competencia: Juegos de la XXXII Olimpiada Tokyo 2020. La cinta de la que cuelgan las medallas fue fabricada en poliéster reciclado y tiene estampados motivos culturales japoneses.

De las medallas pasamos a los podios de premiación, los cuales fueron construidos con 24,5 toneladas de desechos plásticos que comenzaron a ser recolectados desde junio del 2019, a través del “Proyecto Podio de la Ceremonia de la Victoria” en el que participaron empresas locales, organizaciones cívicas y 113 escuelas de todo el país, como una forma de inculcarle aún más, la costumbre del reciclaje a los estudiantes.

El plástico fue recolectado a lo largo de nueve meses, y provino mayoritariamente de donativos de los ciudadanos de objetos en desuso, del acopio de envases de todo tipo (shampoo, ambientadores, detergentes de cocina, etc.), así como de la recolección de desechos plásticos del océano.

En cuanto a la antorcha, símbolo de una paz y una esperanza representadas en el fuego olímpico, la misma fue fabricada del aluminio utilizado en las viviendas temporales que en el 2011, el gobierno construyó para los damnificados del terremoto, el tsunami y el accidente nuclear ocurridos en la región de Tohoku al nordeste del país, en marzo del 2011.

La antorcha, fabricada de una sola hoja de metal que protege la llama del viento y la lluvia, representa los cinco pétalos que tiene la flor del cerezo, popularmente conocida como la flor del Sakura, uno de los símbolos del país.

Esta será la antorcha que el próximo viernes 23, dentro de dos días, encienda el pebetero del Estadio Olímpico de Tokio para iniciar oficialmente los juegos.

La villa y las sedes deportivas

La villa olímpica tampoco quedó fuera de los esfuerzos ecológicos de los organizadores, ya que las camas en las que ya duermen los atletas, fueron armadas con madera y cartón prensado a pesar de lo cual tienen capacidad para soportar hasta 200 kilos de peso, mientras que los colchones fueron fabricados con poliéster, un material mucho más amigable con el medio ambiente.

Cuando los juegos terminen, los deportistas podrán llevarse la ropa de cama que han utilizado a casa, con la finalidad de que no sean desechadas debido a razones sanitarias.

Adicionalmente, todas las instalaciones temporales de la villa olímpica han sido construidas con madera que luego se desmontará y se destinará a otros usos.

Otro aspecto sumamente importante en el que pusieron énfasis los organizadores para cumplir sus objetivos ecológicos, fue en utilizar instalaciones deportivas ya existentes, y solo construir o remodelar las que fueran estrictamente necesarias.

Los vehículos que transportarán a los atletas utilizarán energía renovable.

Esta es la razón por la cual, y a pesar de que los juegos de verano son tradicionalmente organizados por una ciudad y no por un país, en el caso de Tokyo 2020 las competencias se encuentran desperdigadas en nueve prefecturas (provincias) a lo largo de todo el archipiélago. Un factor que a la larga le jugó en contra a los organizadores, porque la distribución de las sedes aumentó los temores de la población de que los participantes en los juegos, pudiesen esparcir por todo el país nuevas y más virulentas variantes del COVID-19.

Así, mientras el 60% de las instalaciones deportivas que se están utilizando en estos juegos ya estaban construidas, en algunos casos desde los Juegos Olímpicos de Tokyo 1964, en las olimpiadas de Atenas 2004, Pekín 2008 y Río de Janeiro 2016, por mencionar solo algunos casos, muchas obras que se construyeron para los juegos fueron luego abandonadas por el alto costo de mantenerlas operativas.

Incluso en el caso de la villa olímpica ubicada al pié de la Bahía de Tokio, muchos de los 3,800 departamentos agrupados en los 21 edificios que conforman el complejo, ya se encuentran vendidos y serán refaccionados y entregados a sus propietarios apenas finalicen los juegos.

Y en cuanto a la energía necesaria para poner en marcha los juegos, los organizadores se fijaron el objetivo de utilizar energía renovable tanto para generar la electricidad necesaria para las instalaciones deportivas, como para los vehículos que transportarán a los atletas y personal de los juegos.

De lo segundo se encargó la firma Toyota, uno de los principales patrocinadores de los juegos, que desarrolló un motor de pila de hidrógeno con la finalidad de reducir las emisiones de CO2. En cuanto a la electricidad que consumirán las principales sedes, esta proviene de fuentes de energía renovable la cual se combinará con el máximo uso posible de la luz natural, ya que los juegos se están llevando a cabo en los meses con mayor cantidad de luz diurna en el archipiélago.

Adicionalmente y como una forma de reducir la huella de carbono en el ambiente, en el rubro de telecomunicaciones Japón ha puesto en pleno funcionamiento la red de telefonía 5G, con la finalidad de evitar la saturación de las redes.

En la inauguración de los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896, los primeros de la era moderna, el barón Pierre Fredy de Coubertin, un pedagogo e historiador francés al que se le atribuye la organización de esos juegos, pronunció una frase en su discurso inaugural que simboliza el espíritu olímpico y que luego, se convirtió en el lema de la competencia: Citius, altius, fortius que significa más rápido, más alto, más fuerte. Cuando el viernes 23 el emperador Naruhito inauguré los juegos de Tokyo 2020, a ese lema se le sumará otra palabra… “y más ecológico”.

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