Desde Buenos Aires
El fuego olímpico se extinguió definitivamente en Buenos Aires. Con un renovado compromiso de respeto, amistad y sana competencia se cerró el certamen que congregó a más de 4,000 jóvenes de 206 países.
Alegría y tristeza a la vez. Un cúmulo de sentimientos encontrados se dejó notar en la ceremonia, que tuvo su efervescencia en el desfile de las banderas de todos los países participantes, portadas por los atletas más destacados de cada nación.
Allí estuvo la ‘Pequeña gigante’ Noemí Huayhuameza flameando orgullosa la bandera rojiblanca. “Este es un gran honor. Seguiré trabajando para ser campeona”, expresó sin ocultar su orgullo la judoca de 15 años.
La ceremonia de apenas 40 minutos contó con un Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), confundido entre los integrantes de todas las delegaciones participantes.
Previo al inicio del acto de clausura, los deportistas recibieron la sorpresiva visita del presidente de la República de la Argentina, quien, sin embargo, se retiró pronto tras agradecer a todos los que colaboraron en el desarrollo de Buenos Aires 2018.
El reconocimiento a los 8 mil voluntarios, la renovación del compromiso de los jóvenes, la entrega de la bandera olímpica a Dakar (Senegal), próxima sede de los Juegos y el apagado de la llama olímpica cerraron un certamen que dejó atrás la polémica y unió a los millones de argentinos por el aliento a sus atletas.
Ahora, a prepararse para el reto que le toca al Perú en 2019, con la organización de los Juegos Panamericanos. “Nos vemos en Lima”, fue la frase más recurrente entre los latinos que estuvieron aquí. La valla es alta. Depende de los peruanos ratificar esa confianza.