Escribe: Mario Castro Ganoza
[DESDE TOKIO]

Tenistas que deben pedir un “descanso médico” (medical timeout) en medio de un juego para reponerse del bochornoso calor, o que directamente abandonan la competencia; arqueros que sufren un “golpe de calor” y deben hacer una pausa para ser atendidos inmediatamente con bolsas de hielo colocadas directamente sobre la cabeza; remeros que luego de llegar a la meta se zambullen en las aguas sobre las cuales se deslizaban minutos antes para no morir sofocados; atletas, esta vez los del triatlón masculino, que se desvanecen luego de cruzar la meta y deben ser retirados en hombros.

Definitivamente, los atletas que participan en Tokyo 2020, principalmente aquellos cuyos deportes se juegan al aire libre, no solo deben competir contra el deportista o el equipo adversario sino principalmente contra el clima que actualmente sufre todo el archipiélago, y no son pocas las voces de atletas, entrenadores y dirigentes que a estas alturas de los Juegos, están culpando a la organización japonesa por mentir a la hora de presentar su candidatura, sobre las condiciones climáticas que tendría Tokio durante estos juegos de verano.

El tenista ruso Daniil Medvedev, número 2 del ranking mundial, debe ser atendido por personal médico luego de sentirse mal a causa del calor durante un juego realizado en el Parque de Tenis de Ariake, en Tokio.

Un aspecto que refuerza esta queja, es que desde setiembre del 2011 cuando Japón presentó su candidatura a la fecha, el clima siempre ha sido el mismo durante la época de verano: con temperaturas superiores a los 30 grados centígrados en promedio, pero con una sensación térmica entre cuatro a cinco grados más elevada; con una humedad relativa que fácilmente puede alcanzar el 80% lo cual acrecienta la sensación de sofoco; y con cambios súbitos en la presión atmosférica producto de las tormentas tropicales y los tifones que rondan y muchas veces, tocan tierra en el archipiélago.

Quizás la mejor prueba de que los organizadores ya sabían que el clima sería un problema, fue que decidieron mover de la capital todos los eventos de marcha y maratón para organizarlos en la norteña ciudad de Sapporo, ubicada a 1,110km al norte de Tokio y donde la temperatura promedio durante los meses de julio y agosto, es cuatro o cinco grados menor que el de la capital.

Una medida que la organización esta aplicando para tratar evitar el bochornoso calor, es comenzar las pruebas lo antes posible, tal como hizo con la triatlón que arrancó a las 06:30 de la mañana, aunque los resultados no fueron los esperados.

Otra prueba más de que el comité olímpico japonés sabía perfectamente que la capital ardería durante el desarrollo de Tokio 2020, son los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, una referencia obligatoria para la organización de los actuales juegos.

Desde el inicio de la candidatura,  los organizadores vincularon intencionalmente los juegos de Tokio 2020 con el positivo impacto social, cultural y económico que tuvo Tokio 1964. Los de aquel año, fueron los juegos a través de los cuales Japón le demostró al mundo que había renacido de sus cenizas luego de la Segunda Guerra Mundial; los de Tokio 2020, serían los juegos de la reconstrucción económica para el país luego del triple desastre nuclear de la región de Tohoku. Cuando apareció la pandemia y se pospusieron un año, los juegos se convirtieron en el evento que demostraría que la humanidad, había vencido al COVID-19.

Sin embargo, hubo un pequeño detalle que los organizadores de Tokio 2020 pasaron por alto o no quisieron mencionar: los de Tokio 1964 fueron unos juegos que se organizaron del 10 al 24 de octubre, es decir, durante el fresco otoño japonés (setiembre a noviembre) y no durante el ardiente verano.

Los remeros noruegos Kristoffer Brun y Are Welerholt se zambullen en el canal Sea Forrest de la Bahía de Tokio, luego de terminar la prueba de Doble Sculls.

Es más, el clima fue un tema central en la discusión sobre cuando organizar los juegos de Tokio 1964, para los cuales se barajaron cuatro fechas: inicios de mayo, época que se descartó porque muchos deportistas eran estudiantes y todavía estarían en clases; entre los meses de julio y agosto, periodo que se rechazó por las altas monos y la humedad que reinaría en el archipiélago; en setiembre, lo cual fue desestimado porque es época de tifones; y en octubre, que finalmente fue aprobado.

Incluso debido al cambio climático, desde 1964 a la fecha, el promedio de temperatura en el país aumentó en una media de tres grados, según cifras del propio gobierno a través de la Agencia Meteorológica de Japón. Es decir, el verano actual es más caliente que el de la década del 60.

A pesar de todos estos datos y antecedentes, en setiembre del 2011 cuando el comité olímpico japonés presentó su propuesta formal para acoger los juegos, la misma afirmaba que la capital japonesa tendría “días de clima templado y soleado” y que sería una “época del año que proporciona un clima ideal para que los atletas rindan al máximo”. Y sobre las condiciones meteorológicas del país durante los juegos, la propuesta afirmaba que las mismas serían “razonables”.

Cualquiera que viva en Japón o que lo haya visitado durante el verano, sabe que las islas que lo conforman tienen un clima subtropical húmedo, ¿por qué el comité organizador “no fue preciso” en este punto de la propuesta?, todo parece indicar en una sola dirección: la venta de los derechos de televisión, una jugosa cantidad que para Tokio 2020 fue de 2,700 millones de euros a nivel mundial, y que ingresan directamente a las arcas del Comité Olímpico Internacional.

Durante el verano del hemisferio norte (Estados Unidos, Canadá, mayor parte de Europa), se consiguen mayores audiencias televisivas y en muchos casos, no existe competencia con la transmisión de otros deportes importantes como el fútbol, básquet, béisbol o baloncesto, que se encuentran en el receso de verano.

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