Escribe: Margarita Rivera Monforte
Desde Brasil
Fue una carrera típica. Nombres conocidos que arrancaron el aplauso y los gritos de los miles de espectadores en el Estadio Olímpico Joao Havelange. En medio de todo el grupo, chiquito, flaquito, estaba Luis Ostos, el peruano que durante las tres primeras vueltas de los 10 mil metros planos mantuvo la bandera peruana en el primer plano de la pantalla.
La experiencia fue buena, pero no la mejor. “Sé que pude mejorar mi tiempo. Pude ir más rápido, pero esto es distinto a correr un Nacional, un Sudamericano. En un momento me sentí encajonado. Todos se juntan, empujan, golpean. Igual fue alucinante estar en una final olímpica”.
Con las rodillas sangrando, el joven de 24 años, cumplidos hace apenas cuatro días, dijo que estaba molesto por no haber logrado superar la marca sudamericana y bajar los 27 minutos, pero, a su vez, se sentía muy estimulado con la experiencia, por la calidad de los rivales y la manera de encarar la competencia.
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Ostos terminó en el puesto 21 de 36 participantes, en una carrera en la que ganó el favorito, el británico Mohamed Farah, más conocido como ‘Mo’ Farah, quien demostró su capacidad de recuperación para repetir el oro de Londres 2012, no obstante sufrir una caída casi a mitad de carrera.
“Es un fuera de serie. Se cayó y aún así siguió corriendo. Fue muy difícil. Todos muy juntos. Pero ya sé cómo es. Fueron mis primeros Juegos Olímpicos y espero tener varios más”, dice antes de partir con la cabeza gacha hacia el lugar donde los atletas no solo estiran después de competir, sino donde sueltan las tensiones que un certamen de este tipo genera.