Escribe: Mario Castro Ganoza
[DESDE TOKIO]
Este martes en Japón se dio a conocer la buena noticia de que el Emperador Naruhito, será el encargado de declarar el inicio o la apertura de los Juegos Olímpicos Tokyo 2020 en la ceremonia que se llevará a cabo en el nuevo Estadio Olímpico de Tokio el próximo viernes 23 de julio.
Digo que es una buena noticia ya que la presencia del emperador estaba en duda, porque como la capital del país se encuentra en estado de emergencia para prevenir el aumento de contagios del nuevo coronavirus, él, como jefe de Estado y como el símbolo constitucionalmente reconocido del país y de la unidad de su pueblo, decidió dar el ejemplo a sus súbditos y acatar la solicitud realizada por las autoridades para que los ciudadanos no salgan de casa a menos que no sea absolutamente necesario.
Sin embargo, además de jefe de Estado, el Emperador Naruhito es también el patrocinador honorario de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos y según estipula la Carta Olímpica (especie de constitución de los juegos), es el jefe de estado del país anfitrión el llamado a proclamar abiertos los juegos.
En otras palabras, el emperador tenía sobradas razones para que su presencia en la ceremonia inaugural de los juegos se diera por descontada, pero en lugar de eso su presencia se puso en duda, no por miedo a contagiarse de COVID-19, sino porque más que un privilegio que le permite hacer lo que se le da la gana (como sucede en nuestros países), ser el jefe de Estado pone sobre sus hombros la responsabilidad de hacer lo correcto, lo que más beneficie a su pueblo al que ya lo mencioné, le debe dar el ejemplo a través de sus actos.
Es por este tipo de conducta y de actitud que en Japón, la figura del emperador le inspira respeto a toda la población e incluso genera veneración entre las personas mayores.
Y justamente por tener ese sentido de responsabilidad es que el emperador hará lo estrictamente necesario para cumplir con su deber de inaugurar los juegos, es decir, acudirá solo a la ceremonia, la emperatriz Michiko, su esposa, no lo acompañará como manda el protocolo y la costumbre (porque van juntos a todas partes). Es más, salvo su presencia en la inauguración, ni el emperador ni ningún otro miembro de la Familia Imperial volverán a pisar otra sede olímpica, a pesar de que ambos, Naruhito y Masako, son amantes confesos de los deportes y tenían programado asistir a varias competencias.
A través de su conducta los emperadores están enviando un mensaje bastante claro y es como si dijeran: “si nuestro pueblo no puede acudir a los estadios a disfrutar de los juegos porque los organizadores han prohibido la presencia de público en las sedes olímpicas, nosotros tampoco disfrutaremos de las competencias en vivo”.
Naruhito es el tercer emperador que inaugurará unos Juegos Olímpicos, antes lo hizo su padre, el Emperador Akihito con los Juegos de Invierno de Nagano 1998 y antes de él su abuelo, el Emperador Hirohito quien se encargó de proclamar abiertos los Juegos de Verano de Tokio 1964 y los Juegos de Invierno de Sapporo 1972.
NOTA. La foto que ilustra este post fue tomada en mayo del 2004, cuando tenía 44 años de edad y era el príncipe heredero. Actualmente el Emperador Naruhito tiene 61 años.