Desde Toronto

Terminó el segundo set y se retiró molesto. Agarró la toalla, se apartó de la zona técnica, sacó un polo de su maleta y se lo puso, también una vincha para secar el sudor. Diego Elías cambió por fuera y también por dentro, pues a su regreso creció la convicción de sacar adelante un partido que perdía por dos sets. La fortuna también ayudó.

El mexicano César Salazar había ganado los dos primeros sets 11-7 y 11-8 con un nivel que demostraba por qué es el segundo mejor jugador del torneo y actual número 28 del mundo. Pero Elías no se amilanaba frente a los diplomas del azteca, la perseverancia del peruano hizo que su rival se exigiera al máximo y agudizara una lesión que arrastraba de su juego anterior.

Ya había sentido molestias en el primer set, pero al finalizar el segundo volvió a pedir atención médica. Elías, convencido de voltear la situación, pudo ganar el set y aminorar la ventaja. La confianza y el crecimiento de Diego contrastaban con la expresión del mexicano.

Terminado el tiempo de descanso, Elías volvió al lugar del juego mientras Salazar se quedó en el banco junto a su técnico y a los médicos. Cogió la toalla, se la puso en la cara y lloró, lloró desconsoladamente porque sabía que no iba a poder seguir jugando.

Pese a las sensaciones que se apoderaban de él, Salazar dio muestra de deportividad al despedirse de Elías, del público y anunciar su retiro. El marcador oficial quedó de la siguiente manera 7-11, 8-11, 11-5, 11-0 y 11-0 a favor de Elías.

Mañana (17:30 hora de Perú) será momento de jugar la final y disputar la medalla de oro. ¿El rival? El colombiano Miguel Ángel Rodríguez, el mejor jugador del certamen.

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