Escribe: Franco Sánchez Rodríguez
Abel Herrera, un deportista que vivió una carrera marcada por logros y también por circunstancias muy difíciles, ha decidido que su retiro del colchón está muy cerca. Después de disputar sus primeros Juegos Panamericanos en Lima 2019, el luchador peruano le indicó a ELPOLI.pe que buscará estar presente en los Juegos Olímpicos Tokio 2020 para luego colgar las mallas.
En el certamen continental más importante que se desarrolló en nuestro país, Herrera compitió con los mejores del mundo en la división 74 kg del estilo libre. En primera instancia enfrentó al estadounidense Jordan Burroughs, medallista de oro en los Juegos Olímpicos Londres 2012. Entre tanto, y en busca del bronce, se midió contra el cubano Geandry Garzón, que al igual que él retornó al tapiz el año pasado. Garzón, histórico de su país, fue campeón mundial con solo 20 años.
“Toca unos días de descanso con la familia y pensar en la clasificación a Tokio 2020 para dar mi último paso como deportista. Tenía en mente retirarme como luchador después de estos Juegos Panamericanos, pero creo que hay Abel para intentar llegar a los Juegos Olímpicos”, señaló el representante nacional de 35 años.
Como competidor, Herrera ha sido medallista en torneos panamericanos, campeón sudamericano, internacional, bicampeón de los Juegos Bolivarianos, dos veces ganador de la presea de plata en los Juegos Suramericanos e integrante de la selección por más de una década. Sin embargo, a pesar de los buenos resultados obtenidos no había conseguido en años anteriores un cupo para unos Juegos Panamericanos. Le fue esquivo en la edición de Río de Janeiro 2007, Guadalajara 2011 y Toronto 2015, donde había logrado su clasificación, pero no pudo estar presente por dar positivo en un control antidopaje que frenó su carrera deportiva por tres años.
Aprendió de errores pasados y actualmente Abel Herrera es uno de los actores principales en la lucha contra el dopaje que lidera la Comisión Nacional Antidopaje de Perú. En abril del 2018, luego de cumplir con su sanción, retornó por todo lo alto al colchón y desde esa fecha siguió un arduo camino para llegar hasta Lima 2019.
Metas nuevas y proyectos familiares, ya que tiene un club junto a su pareja Thalia Mallqui, bronce en Lima 2019, son algunos de los motivos para inclinarse por su distanciamiento. “Es mi último ciclo olímpico. Dios mediante, espero que ya para el siguiente la federación o alguna institución me convoque para trabajar como entrenador y poder guiar a todo un equipo”, asintió.
UN LUCHADOR EN CASA
Lo que se hereda no se hurta, cita un viejo refrán. Para la familia Herrera Mallqui no hay frase mejor dicha ni mejor empleada. Para un padre guiar a su hijo desde la esquina del colchón también es algo que lo motiva a montones. El pequeño Oziel acompañó a Abel y Thalia en la fecha de sus competencias en Lima 2019, y ambos sintieron su presencia desde el tapiz.
“Oziel vio la pelea de su mamá, también vino a la mía. Dentro del público, créeme que escuché su voz. Si lo tuviera en frente no le diría nada, solo le daría un beso enorme y le pediría perdón por el tiempo que estuve alejado de él. Que sepa que su papá compitió en unos Juegos en casa”, sostuvo tras caer en la pugna por la presea de bronce en Lima 2019.
Abel Herrera es consciente de que su hijo tiene un futuro enorme en la lucha olímpica, pero sabe que todo se decidirá en su debido momento, cuando sea su heredero quien elija su camino. “Hace unos meses viajó con nosotros a Chile, lo llevé para que compita y fue considerado el mejor luchador, ganando dos medallas. Los entrenadores de otros países nos están invitando para hacer base de preparación desde pequeño, porque esto es así, desde muy chico. Espero que a él le guste, que le nazca y que sea mucho mejor que yo. La lucha se hereda, no cualquiera nace para esto”, finalizó.
Uno de los mejores deportistas de la lucha olímpica peruana está a poco de ponerle punto final a su carrera. Las enseñanzas que deja como luchador, seguro que las seguirá inculcando para las siguientes generaciones. Herrera, un apellido que seguiremos escuchando sobre el colchón.