Escribe: Franco Sánchez Rodríguez

Nilton Gonzalo Soto García respira, suda y vive lucha. Por sus venas recorre el ADN de todo un deportista que desde antes de nacer sabía que su destino era practicar este deporte. Por su padre, Nilton Soto, y por su familia en general. Sus personas más queridas y cercanas están ligadas de alguna u otra manera a la lucha.

“Vengo de una familia de luchadores y aunque no lo creas es una presión, porque uno quiere ser mejor que ellos. Es una motivación más”, señala con felicidad, pero mostrando siempre un respeto por la oportunidad que le han dado. A sus 22 años, ‘Pochayo’ –como lo conocen sus amigos- ha representado al Perú en los Juegos Olímpicos de la Juventud Nanjing 2014, ha sido medallista en los primeros Juegos Suramericanos de la Juventud y ha estado presente en muchos otros torneos.

Sin embargo, la chance más grande de su corta carrera deportiva la acaba de conseguir en el pasado selectivo organizado por la Federación Deportiva Peruana de Lucha Amateur (FDPLA), en donde aseguró su cupo para los Juegos Panamericanos Lima 2019 en la división 67 kg de lucha grecorromana. Soto se impuso al reconocidísimo Mario Molina, bronce en la pasada edición de Toronto 2015, y a una de los luchadores promesa: Gerardo Oliva.

Parece ser que la vida le sonríe a Nilton después de un largo tiempo. Y es que, en el 2017 todo hacía indicar que una lesión lo alejaba por un largo período del colchón y que dejaba el tapiz hasta nuevo aviso. No obstante, sus ganas de continuar luchando permitieron que no nos privemos de un gran deportista, que poco a poco cumple con cada uno de sus objetivos trazados.

Foto: Alicia Fonseca Sandoval

¿Fue difícil sobreponerse a la lesión que sufriste en el 2017?

Esa fue una parte muy dura de mi vida, porque me entrené muy fuerte para el Campeonato Panamericano Juvenil de Lucha, que se desarrolló en Lima. Llegué a ganar las semifinales del certamen, pero se me salió el codo. Me lo volvieron a poner, reclamé, avisé que podía seguir luchando, pero no me dejaron. Fue una situación muy complicada para mí. Muchas personas dijeron que no iba a volver. Gracias a la constancia, a los que me apoyaron y a mi familia pude regresar.

¿Cómo fue todo ese proceso?

Regresé a luchar al año siguiente. Me había quedado el temor, no quería poner el brazo, tenía miedo de que se me saliera. Tuve que hacer tratamiento psicológico y poco a poco fui ganando otra vez esa confianza, fui mejorando y fortaleciendo esa zona para ya no padecer lesiones.

¿Qué significó para ti ganar este selectivo?

Créeme que significó demasiado. Es muy importante para mí, porque puedo dar fe de que el premio al esfuerzo siempre se da. Soy de las personas que se quedan unos minutos más luego de cada entrenamiento. En el torneo se vio todo eso.

Foto: Alicia Fonseca Sandoval

¿Desde cuándo te empezó a llamar la atención el mundo del colchón?

Cuando era niño mi papá me insistía mucho en hacer lucha, pero yo no quería porque no me gustaba. Un día me dijo que no hacía nada por las tardes y que o me ponía a entrenar o a estudiar. Así que decidí ir a entrenar. En el primer torneo donde competí, perdí; me quedé con esa ‘piconería’ y me puse a practicar y a practicar. Fui participando en muchos otros eventos y le fui agarrando el gusto.

¿Siempre has hecho lucha grecorromana?

Al principio quería hacer el estilo libre; sin embargo, me llamó la atención la lucha grecorromana por las amplitudes y las técnicas que se aplican. Por eso, cuando aún era cadete, en los Juegos Suramericanos de la Juventud Callao 2013 -en donde logró la medalla de plata en 69 kg-, me incliné por hacer ‘greco’.

Cuando recién comenzabas, ¿uno de tus ejemplos a seguir era Mario Molina?

¡Claro! Mario y yo somos del mismo club (José Granda) y tenemos al mismo entrenador que es mi papá. Lo veía y decía que un día me gustaría enfrentarme contra él. Soy así, me apasionan los retos y quiero medirme contra los mejores. Me encanta esa adrenalina de saber que es mejor que yo y que le puedo dar pelea.

Tienes a una de las mejores, y más ganadoras, luchadoras del Perú en casa. ¿Qué papel juega Yanet Sovero en tu vida?

Yanet me incentiva a su manera y yo la he aprendido a querer de esa forma. Algún día quisiera llegar a conseguir los resultados que ella tiene. Una de mis metas es superarla.

¿Qué te has propuesto luego de asegurar tu presencia en los Juegos Panamericanos?

Quiero traer el mejor resultado para el país en Lima 2019. Anhelo clasificar a los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Siempre me imagino subiendo al colchón y saliendo feliz. Me gustaría mucho que el apellido Soto siga sonando y que se haga conocido de generación en generación en este deporte.