Redacción ELPOLI.pe

Historia viva. Eso es lo que uno se imagina cuando ve a Alberto Rossel dirigiendo a las nuevas promesas del boxeo peruano. Y es que, en esta nueva etapa de su vida, Rossel espera repetir las alegrías que él nos regaló cuando estaba dentro del ring.

Formado como boxeador en las humildes calles de Villa El Salvador, “Chiquito”, por su 1.57 m de estatura, logró marcar un hito en el Perú al convertirse en el primer boxeador masculino en coronarse campeón mundial. Tras lograr el cinturón en la división minimosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) en 2012, Rossel Contreras defendió su título con éxito hasta diciembre de 2014 (perdió ante el japonés Ryoichi Taguchi en Tokio).

Tras haber tocado saboreado la gloria mundial, Rossel le puso fin a una exitosa carrera de más de 25 años, que se dividió en su etapa como amateur y como profesional.

Foto: Angel Leiva Espinoza

En esta primera etapa, quizá la menos conocida, fue la que probablemente lo motivó a ser entrenador de la selección mayor junto con el profesor Armando Echegaray. Vistiendo el uniforme bicolor, y con tan solo 15 años, Rossel se consagró con la medalla de oro en los Juegos Bolivarianos de 1993.

En 1994 obtuvo la presea de bronce en los Juegos Suramericanos; en 1995 volvió a ganar el metal de bronce en los Juegos Panamericanos y a los 18 años clasificó a los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.

Luego de un extenso recorrido, y con 40 años encima, “Chiquito” eligió seguir en el boxeo pero desde otra esquina. Recibió una propuesta de la Federación Deportiva Peruana de Boxeo para aportar sus conocimientos y su experiencia en el equipo juvenil y él aceptó.

“Cuando me retiré profesionalmente estuve trabajando en mi academia (Victoria GYM de Chiquito Rossel) entrenando a mis nuevos muchachos con la finalidad de que lleguen a la selección en un futuro. Al poco tiempo recibí la invitación del señor Alberto Moscoso, presidente de la federación, y acepté formar parte del comando técnico”, le cuenta a ELPOLI.pe.

Foto: Angel Leiva Espinoza

“Me costó colgar los guantes y buscar otro camino. He peleado tanto tiempo y fue difícil decir hasta aquí nomás e ir en busca de otras metas. Lo que sí tenía claro era que quería seguir viviendo del boxeo, una disciplina que me apasiona tanto”, añade.

Su aporte y experiencia son muy valiosos para los deportistas peruanos que conviven todos los días junto a él en el Estadio Nacional. Más aún porque Alberto Rossel ha vivido de cerca con las dos caras de este duro deporte.

“Hay varios muchachos que tienen la convicción de pasar a un nivel profesional luego de culminada su etapa como deportista amateur. Uno tiene que ser perseverante, disciplinado y tener mucho corazón. No es fácil, es muy duro, pero si estás dispuesto y hay voluntad para hacerlo, pues a darle para adelante”.

“En uno luchas por un sueño olímpico y en el otro buscas lograr el campeonato mundial”. Esta es la marcada diferencia que hay en el nivel amateur y el profesional. Rossel alcanzó las dos cosas porque nunca se rindió. Esa es la enseñanza que espera transmitir a los jóvenes que hoy entrena y prepara para los Juegos Panamericanos Lima 2019, que nunca se rindan y que vayan por sus sueños.