Escribe: Franco Sánchez Rodríguez

Rogger y el boxeo fueron hechos a medida. Desde muy temprana edad, el púgil Rivera fue consciente de lo cruda que es la vida en la calle y de sentir, además, la oposición de la familia cuando intentas lograr tus sueños.

Nació en Ayacucho, pero creció en San Juan de Miraflores, en la zona conocida como Las Torres de Alta Tensión. Un lugar donde hizo sus primeros amigos, algunos de los cuales aún son tentados por el mal camino y a los que él trata de aconsejar y recatar.

Rogger tiene hoy 22 años y su vida ha dado un giro de 180 grados luego de ganar los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018 en la división -52 kg. De pronto la gente se empezó a interesar en él y en su historia, una historia que aún guarda capítulos inéditos que por primera vez se atreve a contar.

El tantas veces mencionado Juan Carlos Valladares Arce, reconocido formador de boxeadores peruanos, fue su primer profesor en la academia Los Valientes Boxing Club. Rogger, o Smith, como lo conocen algunos, tenía 15 años y encontró en el entrenador a una persona que lo ayudó en la vida y en el deporte. Fue ahí, entre vendas, sacos y guantes, que el boxeo empezó a cambiarle la vida.

“El boxeo cambió mi manera de pensar. Yo era un niño tranquilo, estudioso, pero por diversas situaciones, me alejé de mi familia y me fui por el mal camino estando con malas personas. Me fui desviando poco a poco y en ese momento entró el boxeo en mi mente. A partir de ahí solo quise entrenar para ser superior a los demás. El profesor Juan Carlos fue quien me puso en vereda”, recuerda Rivera.

Los deportistas suelen decir que su lugar de entrenamiento es su casa. Rogger no tuvo que usar el lenguaje figurado. Aquella sede de Los Valientes, ubicada en Balconcillo, se convirtió literalmente en el hogar del aún adolescente boxeador.

Foto: Angel Leiva Espinoza

¿Cómo fue que llegaste a vivir en la sede de la academia?

Me quedé a vivir ahí por problemas con mis padres, ellos no entendían que yo quería boxear. No tenía apoyo, era joven, no trabajaba y no tenía dinero para mis pasajes. Era un gimnasio y la casa de un señor, así que le dije que me dejara quedarme y que yo le ayudaría con la limpieza o con cualquier cosa que necesite. No quería que me pagara, solo que me diera un techo y finalmente aceptó. No recuerdo el nombre del señor, pero fue una gran persona.

¿En qué época ocurrió esto?

Fue antes de Navidad, ya había cumplido 15 años. Cuando llegaron las festividades veía a todos reunidos con su familia o queriéndose juntar. Al ver eso se me fue el orgullo y llamé a mi madre, le pregunté cómo estaba. Después de eso volví a mi casa. No sé si estuvo bien o mal lo que hice, la realidad fue que me escapé y me fui a vivir a otro lado.

¿Qué tipo de problemas tenías con tus padres?

No me entendían. Decían que solo los drogadictos practicaban boxeo y no es así. Este es un deporte hermoso. Quizás a algunos les guste y a otros no. Lo que no ven es que es muy bonito estar peleando y cuando acaba, darle la mano a tu rival, abrazarlo, como si no hubiera pasado nada.

Esa (la negativa de la familia) fue la adversidad más dura para ti…

¡Sí! De hecho. Cuando me mencionaban que no iba a llegar a nada, lo único que les respondía era: “Ya vas a ver”. No hablaba nada más y en el entrenamiento me desfogaba. Eso me daba más fuerza. En vez de bajonearme, me motivaba a dar más de mí en el entrenamiento.

Imagino que ahora su pensamiento ha cambiado…

Ha cambiado mucho, sobre todo el de mi padre. A mi papá le gusta el fútbol y quería que yo fuera futbolista. Mi madre, por su parte, está muy contenta por todo desde mi primer viaje a Ecuador. Nunca pensó que iba a salir del país o que aparecería en televisión, revistas y periódicos.  Les agradezco por toda la fuerza que me han dado.

Foto: Franco Sánchez Rodríguez

He leído en tus redes sociales que tienes muy presente a tu mamá. Siempre dejas en claro que quieres que se sienta orgullosa de ti. ¿Qué representa ella en tu vida?

Mi madre, así como no me apoyaba en algunos momentos, también me amparaba. Me aconsejaba, a escondidas me daba para mi pasaje porque mi papá era el que realmente se oponía. La amo mucho. Ella significa demasiado para mí. Estoy orgulloso por lo que viene alcanzado, por progresar en su negocio y porque la familia está bien. Voy a hacerla llorar de alegría, no voy a parar hasta que así sea.

Ese ejemplo te hizo una persona trabajadora, que sabe ganarse “los frejoles”…

Soy el mayor de cinco hijos, así que mi primer deber fue cuidar a mis hermanos. Como mis padres tenían que trabajar, yo lavaba la ropa, los atendía, les daba de almorzar y de cenar. Conforme fui creciendo, ya cuando tenía 14 años, mi papá me llevó a “chambear”, vendía gaseosa en los paraderos. He cargado paquetes de lapiceros, de casacas de cuero. También cuidaba autos en la avenida Grau.

Cuando estabas a una pelea de obtener la medalla de oro en los Odesur, ¿qué se te pasó por la cabeza?

Pensé en quedarme con el primer lugar. Quería esa medalla colgada en mi cuello. Antes de entrar al cuadrilátero me puse a calentar, empecé a hacer mi sombra (golpear al aire) gritando fuerte, para no nublarme. Estuve muy entusiasmado, no sé si con lo que hice intimidé al colombiano, aunque no lo creo. Cuando subí al ring y ya faltaba poco para empezar el combate, miré al cielo y dije: “Ahí voy Dios”. Sabía que esa era mi oportunidad y así fue.

¿Eres una persona muy creyente?

Sí, tengo demasiada fe en Dios. Le pido muchas cosas. En bastantes momentos me apretó, pero nunca me ahorcó. En mi vida hubo cosas malas, pero yo creía y le decía que me libre de todo mal, de toda negatividad. Cumplió lo que le pedí porque se lo dije con bastante fe, sino no hubiera funcionado. Él puso el boxeo en mi camino para que yo pudiera salir de todo en lo que estaba metido. Tiene sentido. Por las noches me encierro en mi cuarto a orar.

¿Cuál es tu máximo sueño?

Mi sueño es que me puedan hacer un monumento en la Plaza Mayor de Lima. Así como el gran Mauro Mina tiene su estatua en el Estadio Nacional, o como Julio César Chávez, a quien admiro, tiene su recordatorio en México, yo también quisiera que me hicieran algo parecido. Deseo ser un boxeador inolvidable para el Perú. Sé que lo puedo conseguir, solo me queda trabajar.